
Mientras espero a que nos encontremos estoy escuchando música y su ritmo me lleva como por un camino de piedrecitas sobre un río, al igual que allí, siento que en cualquier momento puedo caer y sentir el frío del agua que no se va a detener por mi dolor. Siento que cada cosa y palabra que vivimos juntos es una piedrecita, no sabemos cuando vamos a resbalar y caer o si eso pasará en algún momento, no sabemos si todas las piedrecitas soportarán nuestro peso, ni sabemos si habrá un punto en este río en el que ya no hallan piedrecitas para apoyarse, ni mucho menos sabemos si tendremos la fuerza (o más bien tendré la fuerza) para arriesgarme a seguir avanzando sin apoyo alguno y en contra de la corriente fría que no tendrá compasión de nuestra tierna historia, la corriente no se detendrá amor, cuando nos tenga en su interior (de alguna vez encontrarnos ahí) no habrá modo de seguir más que con nuestra fuerza. Ese frío y la violencia del agua ahora nos esta esperando y nunca se va a ir, por ningún motivo, si queremos ver o sentir o disfrutar el cruzar este río primero debemos ser fuertes e inamovibles para soportar sin ser derrotados o disminuidos por todos los embates y remolinos junto a la dureza del suelo que debajo de esa helada agua y descalzos deberemos resistir
No hay comentarios:
Publicar un comentario