le mùsic

jueves, 10 de julio de 2008

declaración

Cuando comencé a escuchar tu voz con afán y preocupación preguntándome ¿Qué vamos a hacer? Debería de haberme sentido al igual que tú, en afán y preocupado, pero más allá de la preocupación por lo desconocido de esta situación, no me siento en lo más mínimo desesperado o con afán o sintiendo que enteramente no se que hacer. Lo único que se me ocurre cuando pienso en ti y en el poco tiempo que hemos estado juntos, no es “lo que debemos hacer” sino más bien lo que definitivamente no podemos dejar de hacer. Estando en este aquí, solo, puedo pensar que no podemos dejar que este vértigo tan embriagante se esfume en nuestra idea de lo que debe ser, pues no debemos dejar que pase frente a nosotros (y perdóname si estoy equivocado al usar la primera persona del plural) un tren lleno de vagones con sentimientos y experiencias variados que no existirían de no entrar juntos en él, este tren es otro lugar fuera del mundo en él mismo mundo que aparentemente vivimos, pero este lugar se encuentra prohibido para todas las personas que salvo cumplan con las condiciones no podrán entrar, pero aún no solo es prohibido y cerrado para todos nosotros, sino que es tan oculto que ni siquiera podemos saber que existe. El lugar al que lleva este tren que solo algunos pueden ver es inimaginable, ininteligible y por supuesto indescriptible, solo te puedo decir que aunque yo tampoco se adonde nos llevaría, (de ir juntos)mi deseo de ir contigo a ese tren se acrecienta con cada segundo en que escucho tu voz diciéndome lo que sea que tu bonito ser quiera decirme, cada instante en que pienso en ti, acumulo en mi una fuerza que quiere salir y vivir lo que sea que tenga que enfrentar para poder ir a ese tren contigo. No me mal interpretes no soy un incauto, es solo que si mi intuición es correcta, tu deseo es el mismo, pero tu por tu amistad con la justicia no puedes pronunciar en voz alta lo que sientes y deseas, ¡pero que fortuna carlota que yo si pueda! Y te lo digo a ti y te lo digo ahora; lo que siento y lo que creo tu sientes, es la gran alegría de sentir que un corazón que aunque tuvo lo que un corazón podría desear y por las cosas que suceden en la vida esa alegría se supo olvidada, ahora puede con la sangre arremolinada en su interior gritar: ¡amor! Mil veces, y esas mil veces, mirar a los ojos a la persona más bella del mundo, sin la inseguridad ínfima de errar.

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